La leche materna es el primer alimento que va a recibir el bebé y en su composición van a estar todos los nutrientes esenciales para el crecimiento y desarrollo favorable del recién nacido.
Nutricionalmente es mejor que cualquier otra alternativa ya que es rica en nutrientes: proteínas, hidratos de carbono, grasas, minerales, vitaminas y agua para mantener al bebé bien hidratado
Contiene inmunoglobulinas, oligosacáridos que actúan como prebióticos, linfocitos, macrófagos y lactoferrina que estimulan el desarrollo del sistema inmunológico del recién nacido
Bacteriológicamente es segura (salvo infecciones maternas), y además, garantiza el aporte continuo de bacterias probióticas tipo lactobacilos que colonizan el intestino neonatal formando una barrera con el fin de evitar las infecciones
Es de fácil digestión, ayuda a prevenir el estreñimiento, los cólicos e incluso diarreas
Está siempre a la temperatura adecuada
La composición de la leche materna va cambiando a medida que el bebé va creciendo para adaptarse a sus necesidades
Previene alergias alimentarias, alergias a factores ambientales y pieles atópicas
Previene enfermedades respiratorias
El amamantamiento promueve el desarrollo satisfactorio de la mandíbula y los dientes
Los lactantes amamantados tienen menor riego de desarrollar obesidad ya que la leche materna contiene los nutrientes exactos que el bebé necesita y éste toma la cantidad justa que necesita
Crea un fuerte vínculo entre la madre y el recién nacido
Es más económica que cualquier otra alternativa comercial
Si las madres lactantes consumen espárragos, cebollas, alcachofas, coles de Bruselas, ajo o coliflor puede cambiar el sabor de la leche y el bebé quizás la rechace puntualmente.