Querido lector,

Hoy no puedo evitar escribir sobre las castañas ya que me resulta inevitable pasear por León y no sentirme atraída por su característico olor y calor, y es que, entre nosotros, no suelen faltar.

Entorno a ellas, se celebran los típicos magostos gallegos que mezclan en un ambiente festivo el fuego, las castañas y el vino; manteniéndose viva, la tradición de celebrar la temporada de su recogida.

Nutricionalmente, las castañas, tienen un alto contenido en hidratos de carbono lo que las convierte en un alimento muy energético aportando calorías “extra”, que son de gran utilidad para personas que desarrollan trabajos pesados, deportistas  y también,  para combatir los días fríos de invierno.

Este fruto seco, es apropiado en personas que sufren anemia por su riqueza en minerales como hierro, magnesio, fósforo y selenio y también, en  personas celíacas ya que están exentas de gluten. Sin embargo, debido a su alto contenido calórico no se debe de abusar de ellas ya que favorecen la obesidad y aumentan los niveles de glucosa en sangre, lo que las convierte en un alimento no recomendable para diabéticos.